VILCHMAN: DIBUJAR ES RECORDAR QUIÉN SOY

De San José a CDMX: Vilchman y el dibujo como memoria disidente.

Dante Salas

8/8/2025

Desde los trazos que marcaron su infancia hasta los fanzines que hoy publica desde la Ciudad de México, Vilchman ha usado el dibujo como forma de refugio, resistencia y revelación. Nacido en San José, Costa Rica, su imaginario se nutre de dinosaurios, superhéroes, erotismo gay, cómic y autobiografía, creando universos gráficos que cuestionan, conmueven y celebran lo queer desde una mirada íntima y poderosa.

Como artista plástico, diseñador gráfico y narrador visual, Vilchman transforma el papel en una extensión de su cuerpo y su historia. Ya sea a través de sus retratos al desnudo, sus publicaciones autoeditadas o sus performances de live drawing, su obra pone en diálogo lo íntimo con lo político, lo erótico con lo cotidiano.

En esta entrevista para disidnt=, conversamos con él sobre su recorrido entre Costa Rica y México, el valor de contar historias desde el cuerpo, el arte como disidencia, y la importancia de crear plataformas de difusión para quienes dibujan, escriben y crean desde los márgenes.

“Para mí todos somos seres con la capacidad de provocar y sentir ternura. Seres sexuales que cargamos con una historia.”

ENTREVISTA A VILCHMAN

¿Cómo fue tu primer acercamiento al dibujo? ¿En qué momento supiste que sería más que un pasatiempo para ti?

La verdad es que no recuerdo mi primer acercamiento al dibujo. Empecé a dibujar como cualquier infancia, pero a diferencia de la mayoría, nunca dejé de hacerlo. En mi familia el dibujo era respetado. Mi abuelo tenía talento para dibujar y para crear con las manos, y creo que por eso, el que yo mostrara habilidad para hacerlo, llamaba la atención de mi familia, y su reconocimiento me motivó a seguir haciéndolo. En la casa en que crecí había libros de dibujo, y a ninguna edad se me censuró verlos por mostrar cuerpos desnudos, al contrario, formaron parte de mis referencias tempranas, porque siempre tuve interés en la anatomía humana.

Nunca hubo nada más que quisiera hacer en la vida, excepto paleontólogo por un breve periodo. Siempre supe que quería dibujar súperheroes. Antes de tener la edad suficiente para pensar en elegir una carrera, nunca me imaginé haciendo otra cosa. Pero no es una actividad que te permita ganarte la vida facilmente, así que mi labor ha sido defender el dibujo y no dejar que se convierta en un pasatiempo.

¿Qué lugar ocupa el erotismo y el cuerpo masculino en tu trabajo? ¿Por qué decidiste hacer de eso un eje central en tu obra?

Soy consciente de que mi trabajo puede ser erótico, pero no es mi objetivo principal que lo sea. El erotismo es una característica del cuerpo, es otro ingrediente en la obra, y es una que alimenta nuestra fantasía, sí. Mi interés ha estado siempre en la anatomía humana y trabajo con cuerpos masculinos porque de alguna manera siento que es mi deber. En la historia del arte que conocemos hay mayor representación de desnudo femenino, porque culturalmente se ha asociado a la belleza, la fertilidad y el erotismo. Representar desnudo masculino es cuestionar la cultura y a quien cuenta la historia.

Vilchman es tu alter ego, una suerte de superhéroe queer. ¿Cómo nació ese personaje y qué representa para ti hoy en día?

Podría decirse que aprendí a dibujar viendo la televisión, porque crecí tratando de copiar los estilos de los dibujos de mis programas animados favoritos. De ahí que mi dibujo se fuera acercando al comic. Esto, más mi afición a los superhéroes, fue creando una narrativa de historieta con mis amigas Sol y Dani, cuando cursábamos la carrera. El nombre de mi personaje era Vilchman, Sol era Vilchica y el personaje de Dani se llamaba Fancy. Creábamos situaciones absurdas para los personajes, como cuando sin explicación, la historieta de pronto estaba en blanco y negro y Fancy gritaba porque toda la ropa en su closet era gris. Nunca tuvimos la intención de que fuera algo más, pero a mi me dio identidad. Durante mi infancia y mi adolescencia trataba de pasar desapercibido, no quería que nadie notara mi orientación sexual y eso retrasó mi proceso de construir una identidad. Hoy, yo soy Vilchman.

¿Cuál es la historia detrás del nombre Vilchman”? ¿Qué te llevó a elegirlo y qué simboliza para ti como artista?

Mi apellido es Vílchez, así que el nombre surgió orgánicamente. Vilch por mi apellido, más la terminación man como en Superman o Batman. La explicación puede ser decepcionante, tal vez no debería volver a explicarlo. Jaja.
Para mí los súperheroes son un símbolo de hacer lo mejor que podemos, de escoger lo que en nuestro sistema de valores se acerca más a lo correcto. Como artista quiero conectar con las personas que vean mi trabajo y transmitirles eso.

A lo largo de tu vida has creado proyectos muy diversos: desde exposiciones, fanzines, hasta performances de live drawing. ¿Cómo decides qué medio usar para contar una historia?

A veces, es el deseo de explorar un medio o un material, otras es a donde me lleva el proceso. Tengo muchas ideas, pero no tengo el tiempo, ni la energía para hacerlas todas, entonces las anoto y las dejo marinar. Mientras estoy trabajando, puede que lo que esté haciendo deje de tener sentido o que me dé cuenta de que no domino lo que estoy tratando de hacer. Cuando eso pasa, o las abandono para siempre, o se quedan en mi cabeza hasta que encuentre una forma de hacerlo que me haga feliz. Mi fanzine «Top-Shelf», por ejemplo, inició como un deseo de recopilar polaroids de coctéles, y acabó teniendo una sola polaroid. Recuerdo que me quedé en cama un día que estaba enfermo, y para pasar el rato pensé en escribir un relato relacionado a uno de los cocteles que pensaba incluir. El primero que escribí fue el Old Fashioned, y cuando lo tuve listo, sentí que tenía una excusa para ilustrarlo y el proyecto terminó transformándose.

Y si se trata de eventos con un público, simplemente aprovecho las oportunidades que tenga para mostrar mi trabajo y trato de llevar algo que esté dentro del lenguaje de ese espacio.

CDMX COMO RED DE AFECTOS Y DISIDENCIA COMO FORMA DE VIDA

¿Qué te motivó a mudarte a CDMX? ¿Cómo ha sido tu experiencia artística y personal desde que llegaste?

Mi pareja decidió regresar a México, su lugar de nacimiento, por una oportunidad de trabajo, y, aunque al principio no estaba en mis planes acompañarlo, ahora estoy por cumplir dos años viviendo en la ciudad. Cuando llegué, mi plan era encontrar la comunidad de diseño, que es mi profesión, imaginando que era ahí donde iba a encontrar amigos y oportunidades, pero en su lugar encontré una comunidad artística.

Conocí a Armie de @armie_garcia_studio y compartiendo con Armie fui encontrando espacios, como el Centro Cultural Xavier Villaurrutia, donde Victoria Moctezuma imparte un taller de retrato y figura humana. Allí mi proceso como artista retomó fuerza. Que haya un espacio como este centro cultural o los faros y que haya personas como Victoria ofreciendo su guía me parece un lujo. Desde el centro he tenido la oportunidad de mostrar mi proceso en repetidas ocasiones y eso me ha ayudado a construir la seguridad y la confianza que necesitaba para sentir que como artista puedo tener un lugar en la ciudad y que vale la pena compartir mi trabajo. La verdad es que no es fácil empezar de cero.

En disidnt= creemos que la disidencia no es solo una orientación o identidad, sino una forma de ver y habitar el mundo. ¿Qué significa para ti ser disidente?

Para mí significa ser auténtico, ser honesto de quien soy sin disculparme por ello. Cuando tú, solo por existir, desafías lo tradicional, y te atreves a serlo, sin querer estás yendo contra la censura, levantando una voz que pertenece a una minoría, y poniendo ideas nuevas sobre la mesa.

A lo largo de tu carrera has impulsado espacios autogestivos y colaborativos. ¿Cuál crees que es la importancia de generar redes y plataformas para artistas disidentes?

Sí, así es. Principalmente durante el 2017 cuando tuve un espacio de galería y tuve oportunidad de realizar gestión cultural.

Creo que una característica que me define es resolver, construir con lo que tengo. Mi primera figura de Batman era en realidad la figura de un policía a la que yo le puse una capucha y una capa. Si no lo tengo, me lo hago. Ese ha sido mi acercamiento con el mundo del arte. Me dan flojera las personas que piensan que el éxito se gasta y que si otros tienen éxito entonces no alcanza para ellas. Cuando gestionaba exposiciones para otros artistas, siempre las exposiciones colectivas tenían mayor visitación. La voz de un grupo se escucha más que la de un individuo, ¿no?

Creo que como artistas compartimos un deseo de crear y de hacerlo una actividad rentable. Es algo que tenemos en común y en el proceso podemos apoyarnos. Cuando comparto con otros artistas, mi proceso se enriquece. Cuando organizamos algo en conjunto, estamos dándonos la posibildidad de que más personas conozcan nuestro trabajo. El arte disidente tiene la capacidad de influir en la opinión pública que puede impactar políticas. El arte disidente tiene el potencial para impactar en la sociedad y la cultura, pero para eso primero tiene que ser visto.

En tu práctica visual hay una mezcla entre lo tierno, lo sexual, lo nostálgico y lo político. ¿Cómo encuentras ese equilibrio entre lo íntimo y lo público al momento de dibujar?

Me parece lindo escucharlo porque me hace sentir que hay sustancia en lo que comparto. Nada de esto es calculado, supongo que solomente se trata de congruencia con quien soy y lo que quiero comunicar.

Hasta hace poco alguien me hizo notar que mi trabajo es muy personal. Puede ser obvio, pero no lo había racionalizado. Para mí todos somos seres con la capacidad de provocar y sentir ternura. Seres sexuales que cargamos con una historia propia y la de nuestra gente, nuestro tiempo y nuestra tierra. Tener historia significa poder recordar, y cuando recordamos, hay un chance de sentir nostalgia. Vivir y ocupar un espacio en la sociedad es político. Aún cuando pensemos que nos mantenemos al margen, ya esa es una posicion política, y, a veces, mantenerse al margen es apoyar la norma. Cuando dibujo solo estoy compartiendo mi historia y mis opiniones.

Mis trabajos empiezan como autobiografía y luego se mezclan con la ficción. Un ejemplo es mi último fanzine, «Todo es sangriento». Tengo un amigo que me recuerda a un vampiro. La imagen de él, en mi cabeza, es verlo delante de mí en la bicicleta y ver su gabardina negra volando con el viento. Él me habló de la celosía de Manuel Felguérez y esto terminó convirtendose en una viñeta de Vilchman enfrentándose a un vampiro frente al Museo de Antropología.

Y si bien, a veces, sí me pregunto si estoy compartiendo mucho o si estoy siendo muy explícito y cómo lo van a entender las personas que me conocen, creo que mi labor como artista debe ser honesta y no puedo ser el primero en censurarme.

EL FANZINE COMO MEMORIA TÁCTIL

¿Cuál es el papel de la autoedición y el fanzine en tu proceso creativo? ¿Qué te permite ese formato que otros no?

Estoy muy feliz de haberme reecontrado con este formato. De niño solía doblar hojas formando libritos y el fanzine es basicamente eso, así que siento que es algo que se me da naturalmente. También me gusta mucho escribir, y el fanzine me permite mezclar ambas pasiones, la prosa y la imagen. Puedo contar historias con más recursos y crear secuencias. Es una forma de narración, que me acerca al comic y así funciona mi cerebro: en viñetas. Además, soy diseñador gráfico de formación y hay un elemento grande de diseño gráfico cuando diseño un fanzine. Tomando como ejemplo, nuevamente, «Todo es sangriento», al momento de decidir cómo imprimirlo, opté por un proceso análogo, utilizando fotocopias, lo cual es algo que hacían los diseñadores gráficos previo a la digitalización de la profesión. Con el fanzine, realmente se cierra el círculo y el resultado es una mezcla de todo lo que sé y lo que me gusta.

¿Cómo imaginas el futuro de tu personaje, Vilchman? ¿Hay nuevas historias o universos que estás preparando?

Para Vilchman artista veo muchos espacios abriéndose y autogestionándose. En octubre participaré en la edición 2025 de la exposición de Print del Design Week CDMX, que es algo que me emociona bastante. Además, a principios del próximo año tendré una exposición en solitario, que será una oportunidad para compartir trabajo que he realizado en los últimos años y no ha sido visto aquí en la ciudad. También me encuentro trabajando en nuevas piezas, arriesgándome a formatos más grandes y abrazando mi naturaleza de artista de cómic. También hay algunas colaboraciones planeadas, así que espero que en el 2026 Vilchman tenga una agenda ocupada.

¿Qué artistas, referentes visuales o afectivos han marcado tu camino creativo?

¡Muchos! Para empezar, artistas de cómic como Jim Lee, Mike Allred, Jack Kirby, Kevin Eastman y Peter Laird, y, definitivamente Bruce Timm. Tengo una nostalgia por lo retro. El arte de Boris Vallejo. La estética de Helmut Newton. Incluso varios aportes de la cultura pop a la biblioteca visual occidental, la estética de actores, como Marlon Brando, James Dean o de bandas o cantantes, The Rolling Stones, Jim Morrison, Shakira porque latino.

Y recientemente, y a un nivel más personal, el arte de Gemelxs @gemelxsv.s me ha tocado mucho y he aprendido mucho de su trabajo, así que definitivamente tengo que mencionarles.

¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando a dibujar desde la vulnerabilidad, lo queer o lo autobiográfico?

Que lo hagan con honestidad, y que lo disfruten. Especialmente eso, disfrutarlo. Que no comparen su proceso con el de nadie y que no se menosprecien.

CIERRE:

Vilchman dibuja como quien escribe con el cuerpo. Con cada línea, se reivindica a sí mismo y a una comunidad que ha aprendido a crear desde las fisuras. Su trabajo no pide permiso, pero sí invita al encuentro: con el deseo, con la memoria, con la ternura.

Desde disidnt=, nos emociona abrir esta conversación con él, convencides de que las disidencias también ilustran, también cuentan, también transforman. Porque resistir —a veces— también es sentarse a dibujar lo que nunca nos enseñaron a decir.