SKYSHAKER: ROMPER EL SONIDO, SANAR EL CUERPO, RECONSTRUIR EL MUNDO
Desde los clubes icónicos de Nueva York hasta los archivos de la cultura ballroom latinoamericana, pasando por Fortnite y las pasarelas de alta moda, Skyshaker ha demostrado ser mucho más que unx DJ o productorx. Bajo este alias, Sky Vemanei ha trazado un camino que desafía géneros musicales, fronteras nacionales y etiquetas convencionales, siempre desde una mirada radicalmente disidente.
Dante Salas
5/19/202518 min read


Compositorx, activista, cineaste, historiadorx del ballroom y docente, Sky ha tejido una carrera que también es una historia de supervivencia, reinvención y resistencia. Su sonido, tanto visceral como atmosférico, habla tanto de placer como de política. Incluso en un momento de pausa provocado por desafíos de salud, Sky continúa imaginando y creando futuros alternativos.
Para esta edición especial de disidnt= con motivo del Pride, conversamos con Skyshaker sobre su historia, su militancia sonora, la urgencia de los espacios seguros y la importancia de centrar los cuerpos negros, feminizados y queer en la pista de baile y sobre el escenario.
ENTREVISTA A SKYSHAKER
Has transformado la música electrónica con un sonido visceral, potente y profundamente emocional. ¿Cómo describirías tu identidad sonora hoy?
Es muy contextual. Tengo una sinestesia extrema, así que como productore, no me baso tanto en géneros sino en qué sonoridades ayudan a reflejar o calmar cómo me siento. Como resultado, mis sets de DJ enfatizan eso: una fusión amorfa de música de protesta multilingüe que atraviesa sonidos industriales, deconstruidos y de club diaspóricos. Depende en gran parte de quién está conmigo en ese espacio, y dónde estamos juntxs.
Cómo sueno tocando en un bosque o en Tresor puede no ser igual a cómo sueno en un darkroom o en un skatepark. En ese sentido, mis sets están guiados más por las letras que por el BPM. Me encanta superponer voces negras y marrones sobre música catártica también negra y marrón, creando algo implacable e irreverente, pero al final, esperanzador.
Muchxs de tus seguidorxs te han estado enviando amor últimamente. ¿Te gustaría compartir algo sobre lo que has estado atravesando personalmente o en términos de salud? ¿Esta experiencia ha impactado tu arte o tu visión del mundo de alguna manera?
Di positivo a Covid a finales de febrero y al mismo tiempo contraje una infección por estafilococo que agravó mi eczema crónico (dermatitis severa en todo el cuerpo) a un nivel peligroso. El eczema se activa fácilmente por el estrés, así que los problemas personales previos no ayudaron. Desde septiembre del año pasado, me robaron el pasaporte, me negaron la visa, perdí mi segundo trabajo, pasé por una ruptura muy dura y vivía en un departamento sucio que no podía limpiar por mi cuenta.
Profesionalmente, perdí mucho trabajo por mis posturas antisionistas y antifascistas en redes sociales. Promotores y sellos dejaron de responderme. Mientras tanto, lidiaba con xenofobia en la escena ballroom, racismo médico, barreras de idioma y normas sociales implícitas relacionadas con la asimilación como inmigrante. Me uní a varios grupos de apoyo, pero mi salud mental siguió deteriorándose. En diciembre, actué según una ideación suicida y sobreviví por poco.
El apoyo que recibí fue inmediato y constante, y se amplificó cuando meses después di positivo a Covid. La escena ballroom dejó de lado sus diferencias y se organizó para crear una colecta que aún me sostiene hoy. Ahora es mayo, y es posible que tenga Covid largo. Sin embargo, tengo nueva vivienda, mi salud mejora, y mi visión del mundo es más optimista: estoy en camino hacia el estatus de refugiadx.
Estos últimos seis meses impactarán mi vida de formas que aún no comprendo del todo. Pero estoy segurx de que los primeros signos aparecerán en el arte que haga próximamente —algo agridulce, pero también emocionante.
Has estado activamente involucrade en la construcción de comunidades ballroom en América Latina. ¿Qué significa para ti el ballroom en términos de resistencia, sanación y legado cultural queer?
En su mejor expresión, el ballroom trata sobre poder y recuperación de la autonomía negra y marrón. Es una comunidad que me humanizó como trabajadorx sexual y protegió mi cuerpo trans mientras me descubría. Me enseñó a decir la verdad frente al poder incluso cuando tenía miedo. Me sanó como nada más lo había hecho en ese momento.
Mi trabajo en América Latina comenzó como un ejercicio para ayudar a las escenas emergentes a construir reconocimiento e influencia para las femme queens en el ámbito profesional. A pesar de la barrera del idioma, mucha gente se ofreció a traducir mis pensamientos, consejos y enseñanzas durante más de 10 años. El legado es tan suyo como mío.
Pero cuando esa influencia se tradujo en inversiones y las marcas empezaron a oler dinero, comencé a cuestionar qué tipo de legado cultural estaba ayudando a construir. La competencia por premios más grandes y títulos jerárquicos cambió la manera en que las personas se trataban. Comenzaron a replicar las mismas estructuras que prometieron combatir: capitalismo y clasismo, solo que con banderas trans y no binarias.
Por eso cambié el enfoque de construir visibilidad hacia construir autoridad y protección para personas trans que usan el ballroom como una herramienta de sanación. Es fácil subestimar cuánto poder tienen lxs jueces, y cómo sus decisiones afectan la salud mental de quienes pisan la pasarela. Por eso siento que el desarrollo de mi proyecto Streamline Scenario en América Latina está funcionando. Es un ballroom más cerebral y psicológico que ocurre en español. Esa sutileza en la comunicación es clave para que esta escena evolucione realmente.


Has trabajado con artistas desde Kelela hasta Dashaun Wesley, y tus remixes han llegado a Fortnite. ¿Cómo equilibras la experimentación sonora con una conexión profunda al cuerpo y a la pista de baile?
Mi sonido ha sido catalogado como “club deconstruido”, no tanto por los géneros, sino por los sonidos que elijo para comunicar mis ideas. La mayoría de mi música proviene de grabaciones hechas con mi celular. Por mi enfermedad crónica, también he usado instrumentos médicos para registrar cómo reacciona mi cuerpo a ciertos estímulos.
En mis remixes de Evanescence, Kelela y Ellie Goulding, usé mi propio latido como kick y subbajo para reflejar la ansiedad de las letras originales, y transformé mi respiración asmática en atmósferas con reverb. En muchos sentidos, el proceso no se trata tanto de experimentar como de ser honestx. Esto es especialmente cierto en mis remixes de ballroom, que a menudo recontextualizan letras cis-hetero en algo mucho más queer.
En entrevistas pasadas, como la que hicimos con Fiorious, hablamos de la necesidad urgente de más mujeres y personas queer en los lineups. ¿Qué cambios has notado y qué falta por hacer?
Para mí, el problema de los lineups homogéneos era más evidente antes de la pandemia. Siempre se usaba la excusa de la “calidad”. Luego de la reapertura del mundo, el problema dejó de ser solo el nepotismo identitario y se convirtió en uno de clasismo y acceso. Esto es especialmente cierto en el techno, donde te ignoran hasta que tocas en HOR, Berghain, Tresor, Movement o Boiler Room.
Mis amigxs queer y femme y yo hemos experimentado esta mentalidad de “cangrejo en la cubeta” en todo el mundo, sobre todo en América Latina, donde el machismo añade más obstáculos invisibles. No se trata de calidad, sino de compensación y clase. Cada vez hay más artistas queer y mujeres en los escenarios, pero en su mayoría son blancxs o con apariencia blanca. Además, no se les paga ni se les da los horarios que merecen. Esos son los problemas que requieren acción, no solo preguntas.
Has fundado proyectos como Reiout Intergalactic y Streamline. ¿Qué papel juega la salud mental en tu trabajo creativo y político?
Vivo con depresión crónica, así que la salud mental es la base sobre la que construyo todo lo demás. Reiout Intergalactic utiliza la salud mental como cimiento para construir la marca de unx artista, en lugar de conexiones industriales o buen marketing. Streamline reestructura el ballroom en una experiencia más compasiva y colaborativa, en lugar de puramente competitiva.
Del mismo modo, mis remixes suelen ser el resultado de lo que la canción original hizo para devolverme a un lugar de fuerza. Mis canciones originales exploran emociones que son demasiado grandes para procesarlas solo conversando. Nos han enseñado a no priorizar la salud mental hasta que ya es demasiado tarde. Yo prefiero seguir la frase de The Matrix: “El cuerpo no puede vivir sin la mente”. No podemos estar para lxs demás si no estamos primero para nosotrxs mismxs.


Vives entre México, Nueva York y Berlín. ¿Qué representa cada ciudad para ti en términos de creación, pertenencia y comunidad?
Para mí, Nueva York tiene que ver con la determinación de saber quién eres y qué quieres. Allí desarrollas la resiliencia necesaria para superar la adversidad y llegar adonde quieres estar, lo cual hace evidente por qué el ballroom nació en esa ciudad. Aprendes muy rápido qué te hace falta para cuidarte de verdad y cómo no pedir disculpas una vez que lo entiendes.
Vivir en México, para mí, es recordar quién eres realmente cuando todo lo demás se te ha quitado. Aprendes a defenderte y a abrazar las sutilezas en tus conversaciones con otras personas.
Berlín, en gran parte, es sobre organización y adaptación. Vivir allí me enseñó que lo que hoy está en su lugar correcto puede que mañana ya no lo esté. Y si una persona blanca puede cambiar de opinión con facilidad, tú también puedes hacerlo como persona negra o marrón. Berlín me enseñó la importancia de los límites y de redirigir mi energía lejos de lo que no se alinea con mis valores.
Eso también se refleja en el círculo de amistades que tengo ahora en comparación con cuando solo vivía en Nueva York. Ser inmigrante en México pone a prueba todas esas lecciones una y otra vez. Es únicamente gracias a la comunidad que me rodea hoy que he llegado tan lejos. Mi esperanza es que, al mirar atrás, mi producción creativa sirva para transmitir esas enseñanzas.
¿Qué sueñas para el futuro de las escenas electrónicas queer y disidentes?
Espero que se entienda más fácilmente que los sueños disidentes requieren acciones disidentes para hacerse realidad. Espero que se comprenda que la disidencia solo resulta peligrosa para quienes detentan el poder y la hacen necesaria en primer lugar. También deseo que más personas vean lo fácil que puede ser crear sus propias plataformas, sin depender de que instituciones les otorguen valor —especialmente instituciones que permanecen en silencio frente a problemáticas que les afectan directamente.
El artwashing, el pinkwashing y el tecno-feudalismo no tienen por qué ser la realidad que aceptamos. Espero que se vuelva más claro lo engañoso del neoliberalismo, y que entendamos que hablar cuando es impopular o incómodo es precisamente cuando tiene más impacto, en vez de esperar que los libros de historia digan quién estaba del lado correcto. Boicotear, desinvertir y exigir sanciones es mucho más fácil de lo que parece.
¿Puedes contarnos sobre algo en lo que estés trabajando ahora mismo y que te emocione?
Estoy compartiendo mi proyecto Streamline con más comunidades alrededor del mundo, avanzando de forma constante con mi show en vivo, finalizando los primeros lanzamientos de mi sello Xemseya, y editando los primeros visuales para reintroducir mis cuerpos de obra Airiswyn y Jazgaram.
Es especialmente emocionante porque, desde que comencé terapia en 2024, he creado más música original en un año que en los últimos cinco. Eso hace aún más evidente el impacto del racismo médico en Estados Unidos y la naturaleza carcelaria de ciertos diagnósticos en detrimento de otros.
Son estos y otros temas sociopolíticos los que alimentan mi trabajo creativo ahora que soy un poco mayor y siento la necesidad de ser más deliberade en mis decisiones. Ver y sentir tantas partes de mí que no estaban muertas ni desperdiciadas, solo dormidas, es realmente emocionante, a pesar de toda la enfermedad que he vivido últimamente.
Comenzaste como vocalista principal de una banda de nu-metal. ¿Cómo evolucionaste hacia la música electrónica y de club? ¿Qué parte de ese origen vive aún en tu sonido actual?
Me desilusionó cómo la escena rock se estancaba en mi ciudad, Indianápolis, entre 2004 y 2007. Era muy blanca y purista, y despreciaba a quien se atreviera a tomar riesgos. Mi banda se llamaba Kizashi Oversoul y, aunque nos iba bien en nuestro pequeño circuito, estuvimos al borde de la ruptura tras perder a dos miembros: uno por conducir ebrio y otro por suicidio. Intentamos grabar una última canción pero no podíamos concentrarnos, y nos separamos antes de terminarla. Me sentí especialmente culpable por ser la vocalista y no poder escribir nada de lo que me sintiera orgullose.
No fue hasta que retomé mis viejos juegos de beatmaniaIIDX y Dance Dance Revolution en casa de mis abuelxs que volví a escribir. Muchos temas en esos juegos tienen múltiples remixes en distintos géneros hechos por el mismo productor. Reimaginar mis canciones de rock desde una perspectiva electrónica se convirtió en un mecanismo de afrontamiento que eventualmente se volvió mi punto de partida natural para hacer música. Desde entonces, casi toda mi música tiene un archivo base que nace del rock o de lo electrónico.
Has trabajado como ghostwriter para artistas de grandes disqueras. ¿Qué te hizo empezar a poner tu nombre y visión al frente?
Fue una serie de tres eventos. En febrero de 2010, rechacé un contrato discográfico que me quitaría mis ganancias si llegaba a salir del clóset y mi base de fans principal resultaba ser del sexo opuesto. En septiembre de ese mismo año, en Detroit, un ingeniero de audio con quien trabajaba me robó un disco externo y vendió mis beats después de que yo rechazara sus insinuaciones sexuales. En 2012, apareció en una alfombra roja de los Grammy con proyectos claramente inspirados en lo que habíamos trabajado juntxs.
En ese entonces, estaba acostumbrade a no recibir créditos en los proyectos, no solo porque muchos no se concretaban, sino porque era muy joven y no podía pagar unx abogadx. También era ingenuo y aceptaba otras formas de “pago”: vuelos, hoteles, invitaciones a eventos de celebridades donde pudiera hacer networking. Pero en febrero de 2012, ahí estaba él, en esa alfombra roja. Por primera vez, me di cuenta de que podía haber sido yo. Y debía haber sido yo.
Ese mismo mes, Indianápolis fue sede del Super Bowl, y Madonna invitó a varios voguers a su show de medio tiempo. Para entonces, ya estaba en contacto con la escena ballroom de Nueva York y me ofrecieron entrar a una de las afterparties del Super Bowl. Lamentablemente, el mismo ingeniero que me robó el disco también estaba ahí, con un estatus claramente más alto entre los VIP. Lo confronté, lo negó todo, pero me dijo que yo tenía suficiente talento para estar bien por mi cuenta. Nunca volvimos a hablar, pero eso fue suficiente para que empezara a elegirme a mí misme y alejarme del circuito de las grandes disqueras.
Tu música ha llegado a plataformas muy distintas —Boiler Room, MoMA PS1, Red Bull Music Academy e incluso Fortnite. ¿Cómo cambia tu mensaje según el contexto?
El mensaje casi siempre se mantiene, lo que cambia es el género. El mundo del arte y la moda prefiere mi música más deconstruida y experimental, mientras que el club y los videojuegos gravitan naturalmente hacia lo más rítmico y listo para la pista.
Sin embargo, ahora que el hyperpop ha dejado su marca y el mainstream adopta un diseño sonoro más orgánico, mi misión es reiterar por qué esxs artistas marginadxs usaron esos sonidos en primer lugar.
Estos sonidos solían contextualizar las dificultades que las personas negras y marrones superaron para dar nacimiento a esos géneros. Por eso es una prioridad en mi arte incluir letras, poemas, discursos y noticias que pongan en palabras esa complejidad. La melodía y la pista de baile no bastan por sí solas.
Fuiste parte de casas legendarias como LaBeija y Old Navy, y ayudaste a construir la escena ballroom mexicana. ¿Qué ha significado para ti ser un puente entre comunidades?
Antes de la pandemia, ser un puente significaba humildad, gratitud y una enorme responsabilidad. Sentía que tenía un rol de guía dentro de la escena, y muchxs jóvenes queer esperaban con ansias cada mensaje que compartía. Al principio me resistí, pero luego decidí abrazarlo. Quería estar al frente del crecimiento del ballroom en México de una forma protectora y proactiva frente a la xenofobia que ya conocía en Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, intentar cargar con una comunidad emergente enfrentando barreras lingüísticas y culturales no era realista, y terminó generando más problemas que soluciones. Pronto tuve que enfrentar dudas dentro de la misma comunidad sobre mis verdaderas intenciones, siendo una persona nacida en EE.UU. con mucha influencia en una población mexicana muy vulnerable.
Seguir aquí diez años después todavía me provoca muchas de las emociones de antes, pero ahora me siento más como una red de contención para líderes que necesitan un empujón para tomar decisiones difíciles o seguir adelante. Me llaman “Madrina”, pero en realidad me siento como una tía muy orgullosa.
Co-fundaste Reiout Intergalactic y el colectivo ABCDLFG. ¿Cómo equilibras ser artista, activista y educadore? ¿Dónde se cruzan para ti el arte y la transformación social?
Lo más efectivo para mí ha sido ser lo más honeste posible con lo que realmente estoy pensando, y convertir eso en algo escrito o grabado lo antes posible. Lo siguiente más importante es ir a internet o a una biblioteca y encontrar a alguien más hablando de lo mismo en su trabajo. Es mucho más difícil sentir “cringe” cuando ves que otrxs han pensado igual que tú, no solo ahora, sino a lo largo de la historia.
Muy seguido aprendo algo que quiero compartir, pero como todxs, también me cuesta lo incómodo que puede ser alzar la voz. He aprendido que el “cringe” es solo otra palabra para coraje, la mayoría del tiempo. Mi reto últimamente ha sido construir un sistema más sano en torno a las redes sociales para no agotarme tanto al estar en línea. Hasta ahora, crear un sitio web ha sido la manera más eficaz de equilibrar todas estas prácticas y canalizar lo que aprendo en un solo lugar.


Tus referencias incluyen a Marilyn Manson, Ayumi Hamasaki, Sade y Black Coffee. ¿Cómo convergen influencias tan distintas en tu proceso creativo?
La versatilidad y originalidad de Ayu, la claridad y atemporalidad de Sade, y el sentido de aventura y alegría negra de Black Coffee son algunas de las luces guía en mi proceso creativo cuando no me siento como quisiera. Ya no soy fan de Marilyn Manson tras conocer su historial misógino, pero la disidencia de su arte y la elegancia con la que respondía en entrevistas fueron una gran influencia en mis primeros años.
Otras influencias incluso más fuertes son Takanori Nishikawa, Yoko Kanno y Missy Elliot. La versatilidad suele verse como indecisión en espacios capitalistas, pero estxs artistas han perdurado en el tiempo precisamente porque se niegan a quedarse igual. Recurro a ellxs cuando enfrento dificultades por hacer música que no encaja en un género específico ni en las expectativas de otrxs.
Has creado diferentes alias a lo largo de tu carrera, como Skyshaker y Airiswyn. ¿Qué te permite explorar cada identidad? ¿Por qué la necesidad de reinventarte?
No se trata tanto de reinventarme como de renacer, de volver a partes de mí que estaban dormidas por una u otra razón. Fui raver menor de edad a principios de los 2000, así que desde entonces me gustaban muchos géneros a la vez. Lo que para algunxs puede parecer una reinvención, en realidad es volver a lo básico y abrazar otra parte de mi historia de origen. Mi álbum de remixes Novox 10 celebra esa complejidad con 10 temas en 10 géneros distintos. Algunos de esos títulos incluyen los alias originales que usaba antes de quedarme con los actuales.
Skyshaker fue el primer alias que se consolidó, en 2008, después de mi etapa en el nu-metal, porque mi música se convirtió en una mezcla intensa de dance y rock que solo hacían artistas como Skrillex, Korn y compañía. Airiswyn nació en 2011 como un espacio para explorar sonidos más tranquilos, lanzar música sin que las grandes disqueras me vigilaran, y también para hablar en mis letras contra figuras de autoridad. Jazgaram es el nombre de mi propia banda, resucitada de las cenizas de Kizashi Oversoul. Hoy, mis sets de DJ como Skyshaker sirven como vehículo para presentar todos estos alias en conjunto.
Estás por lanzar tu álbum debut como Airiswyn y salir de gira mundial. ¿Qué podemos esperar de esta nueva etapa?
Lamentablemente, mi enfermedad reciente no es la única razón por la que tuve que posponer esta gira hasta 2026. Muchos de los eventos que conformaban la gira también fueron pospuestos o cancelados por recortes de financiamiento y porque se despidió a colectivos artísticos que manifestaron apoyo a Palestina. Sin embargo, ahora somos parte de un coro creciente de artistas que se enfrenta a la infraestructura sionista que actualmente domina el circuito de giras.
Mientras tanto, soy unx más entre muchxs artistas que están trazando nuevos caminos para girar internacionalmente sin tener que apoyar sistemas opresores. Solo necesito seguir recuperándome.
La gira en sí es increíblemente emocionante. Después de una década haciendo instrumentales y remixes con otrxs vocalistas, resulta surreal y poderoso poder compartir finalmente mi voz —en todas sus formas— junto a mi música. Airiswyn trata sobre recuperar esa voz y usarla de una manera que inspire a otrxs a hacer lo mismo. También es la cristalización de todos esos años inmersa en el techno y en las máquinas que lo vuelven tan esencial para la experiencia negra estadounidense.
Nunca tuve mucho dinero creciendo, y aún no lo tengo, así que el show en vivo que he podido armar para esta gira es un sueño que llevo casi la mitad de mi vida intentando cumplir. Ahora estoy trabajando en los componentes visuales junto a un equipo de amigxs con planes de llevarlos conmigo en el viaje. Todo lo que necesito ahora es seguir sanando.
¿Cómo ves el lugar de lxs artistas negres y queer en la escena electrónica mainstream actual? ¿Existe una apertura real o sigue siendo algo performativo?
Hay una gran diferencia entre ser escuchade y que te escuchen. Las voces afro-latinas suelen ser reconocidas, pero rara vez se les da la misma credibilidad, autoridad o autonomía que a artistas blancxs o con apariencia blanca. Las opiniones de artistas negres son consideradas más a menudo, pero sus necesidades siguen siendo ignoradas. La cultura negra está siendo borrada: el AAVE ahora se llama “slang Gen Z” y el Afrobeat se volvió una industria aparte, con DJs y productores blancos tocando en Tulum.
Las discusiones sobre racismo rara vez alcanzan un nivel que permita un cambio real, porque la educación necesaria para entender el problema nunca ha sido fácilmente accesible en América Latina. Pero las redes sociales e internet han cambiado eso radicalmente, así que ya no hay excusas. Si hay presupuesto para volar a alguien desde otro país, también hay una decisión consciente de excluir las voces negras y marrones como protagonistas y no como un “cupo simbólico”. Esto es especialmente cierto cuando la música promovida tiene raíces negras o indígenas. Solo nos contratan si tenemos números altos en redes sociales.
Lo performativo es el principal reto que veo hoy en toda la industria musical, más allá de una escena específica. Muchas de las metas y logros que valoramos están arraigadas en la guerra de clases y la supremacía blanca. Hay artistas que dicen estar contra el genocidio en Palestina, pero siguen tocando en Berghain, HOR y Boiler Room, espacios con inversores sionistas y complicidad comprobada. No tiene por qué ser así.
¿Qué mensaje le darías a lxs artistas disidentes emergentes que sueñan con asistir a su primer ball o comenzar una carrera musical? ¿Qué consejo compartirías desde tu experiencia, sobre todo para quienes aún dudan de ocupar su lugar?
Caminar un ball no te dará respuestas mágicas para descubrir tu verdadero yo, pero sí te dará muchas pistas. Esas señales solo cobrarán sentido cuando actúes sobre ellas fuera de la pasarela, en el mundo real. Dicho esto, recuerda que hay otras formas de encontrar esas respuestas cuando el ballroom te hace sentir menos segurx de lo que eres.
Por eso Streamline Scenario se enfoca específicamente en reformular el sistema de juzgamiento que sigue el ballroom tradicional. Ese sistema tenía más sentido bajo el capitalismo, pero sobrevivir al fascismo requiere nuevas formas de fortalecer a la juventud trans y queer.
Reclamar un espacio como artista puede ser abrumador, especialmente si no sabes por dónde empezar o cuánto es suficiente para “hacerlo bien”. Mi respuesta es lanzarte a la acción sin miedo a fallar. Deja que la cantidad te lleve a la calidad. Si no se valora tu trabajo, redirige tu energía hacia quienes no se sienten amenazadxs por lo que tienes para ofrecer. Aun así, algunos espacios pueden tentarte a ser alguien que no eres. No dejes que las oportunidades “prestigiosas” o “buenas para tu CV” te hagan traicionar tus valores.
Has vivido en muchas ciudades y comunidades que seguramente marcaron tu camino. ¿Hay personas o colectivos a quienes quieras agradecer por haberte acompañado? ¿Algún mensaje que quieras enviarles?
Fake Accent, Qween Beat, Chris Eclipse, Mister Wallace, AceBoombap, SVBKVLT, Unseelie, Angel-Ho, Joey LaBeija, Kia LaBeija, Casey MQ, Khalifa, Rozay LaBeija, Macy Rodman, Bottoms International, DJ Macario, Malpa, Kozovo, Underfear Records, Halcyon Veil, Gawd-X, Jay Xclusive Lanvin, Arriez, Jada Makaveli, Capital Kaos, House of LaDosha, Byrell The Great, DJ Delish, Leggoh JohVera, Ushka, DJ Straight Girl, NON Worldwide, Tienes Party, NAAFI, GHE20GOTH1K, Ravers For Palestine, Ivette Ale, Rafa Cuevas, Somnicide, Void, Pandemic Sessions, Melting Point, XMPC, Via App, las casas estadounidenses de LaBeija, Old Navy, Amazon, Ferre, y las casas latinas de Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, Canadá, Dinamarca, Costa Rica y México. Finalmente, agradezco a mi casa internacional de Vemanei y a las esferas xemseyanas de Saved By Air.


La historia de Skyshaker no es solo la de unx artista que hace música, sino la de un cuerpo que resiste, sueña y construye desde la rabia, el gozo y el amor radical. En un mundo que muchas veces busca borrar o explotar las voces disidentes, Sky elige sonar fuerte, sonar raro, sonar libre.
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